sábado, 5 de abril de 2014

SYMBOL (Hitoshi Matsumoto, 2009)

symbol hitoshi matsumoto 2009

"Symbol" es la última bizarrada japonesa que he visto. Una suerte de comedia -más extraña que cómica- y fantasía. Se basa en dos historias entrelazadas que van transcurriendo paralelas: la primera y principal es la del japo de la portada, que despierta en una inmensa sala blanca con las parades jalonadas de genitales de ángeles (sí, lo que lees) con función de interruptor (¡!) para provocar distintos efectos, mientras se quiebra la cabeza intentando salir de su encierro; si visteis Cube, pues en ese plan pero con un enfoque cómico-fantasioso.

 La segunda historia es la de un luchador de lucha libre mexicana y su familia... que pega como un huevo con una castaña con la primera, y no dejas de preguntarte ¿pero qué puñetas tiene que ver esto con la primera historia?, hasta el final, en el que se deja caer esa relación...

 El sexo de los ángeles

El punto fuerte de la película es que consigue engancharte, con un mecanismo similar al de los culebrones venezolanos, al "a ver qué pasa aquí", haciéndote pensar ¿pero qué leches estoy viendo y a dónde va a parar todo esto?, más que por la calidad excepcional de la película. Y a mí esa imprevisibilidad, pues qué queréis que os diga, ya me seduce más que ver cualquier último truño estereotipado de los que cuelgan en los cines, con las jetas de los de siempre como mayor reclamo; pues al final entretiene y hasta hace pensar, que es de lo que se trata.

Los últimos minutos de la peli, por cierto que muy llamativos: una fumada como solo los orientales son capaces de lograr xD

Si os apetece ver algo curioso y que os induzca un constante WTF?, aquí tenéis una buena opción.



2 comentarios:

Cristina dijo...

A mí es que este tipo de historias no suelen atraerme nada, la verdad. Biquiños!

Luis Bermer dijo...

Bueno, yo pienso que siempre hay que darle una oportunidad a los intentos de ofrecer cosas originales, aunque luego puedan no convencer demasiado.
Porque la alternativa pasa casi por quedarse en un circuito cerrado de "lo de siempre". Al menos yo lo veo así, y alguna buena sorpresa me llevo de vez en cuando ;)

Un abrazo, Cristina!