Creo que ésta fue la primera película que mi padre me llevó a ver a Madrid. Recuerdo mirar hacia arriba –mientras la barbilla se me descolgaba– para ver su inmensa cartelera que, a mis pueriles ojos, debió parecer como de unos 250 m2 . En los 80 no existía el miedo a imaginar, a romper esquemas, saliese lo que saliese; esta película es buena prueba de ello. Acción y entretenimiento, con toques de humor cargado de mala leche.
Hace un par de años volví a verla, y tiene momentos descacharrantes.
Cada día que pasa, añoro más y más los años ochenta…
Hace un par de años volví a verla, y tiene momentos descacharrantes.
Cada día que pasa, añoro más y más los años ochenta…
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