
Mi padre corregió su error unos años después. Tendría ocho, nueve años (habíamos dejado ya Arganda del rey y todo), cuando me llevó a un cine en sesión de tarde a verla. Yo, emocionado, removía mis viejas hipótesis sobre lo que me iba a encontrar. Y más emocionado aún que salí, con una congoja y unas ganas de llorar tremendas –creo que fue la primera película me provocó algo así–. Tiene un sustrato de profundísima tristeza, y creo que capta la percepción infantil del mundo de forma admirable –precisamente, yo tendría la edad de Elliot cuando la ví :)
Y es que Spielberg es un genio, cuando quiere.
2 comentarios:
Una película que hace que añores la infancia en bicicleta, yo también me emocioné al verla, y sigo haciéndolo
Tantas cosas se añoran de esa época ¿verdad?
Un abrazo, amiga.
Publicar un comentario