miércoles, 3 de noviembre de 2010

Luis Bermer: Origins II


Como sabéis, este blog personal es bastante impersonal, es decir, que no me gusta hablar de mi vida ordinaria; precisamente por eso, por ser ordinaria, común y sin el menor interés, salvo para alimentar al monstruo morbo-marujil que todos llevamos dentro. Y yo no estoy por la labor, que ya hay muchos encantados de hacerlo y la Tv, de postre.

Hoy será la excepción, porque encuentro en la reflexión un alcance algo más universal.

Acabo de llegar de Zaragoza, tras {33 años (que tengo) - 6 años (que tenía la última vez que estuve allí) = 27 años (¡aún se contar, bieen!)} 27 años sí, de visitar a unos viejos amigos (la famila que uno elige, qué cierto...). He recordado lo entrañable que me resulta el acento aragonés -uno de mis favoritos-, constatado el subdesarrollo de unas zonas de España respecto a otras y conocido al famoso "Cierzo". Creedme, cuando al viento se le pone un nombre, es por algo... xD

También he vuelto a la casa (por el barrio Oliver -la de la foto-,) donde vivieron mis padres durante mi primer año de vida, justo antes de partir a Madrid. Así se encuentra ahora, y es casi un milagro que siga ahí, abandonada como un viejo barco en el océano de la especulación y el nuevo urbanismo.

Y me ha hecho pensar, claro. En el "renoverse o morir", en el lento pero seguro desgaste que nos aplica el Tiempo; en que, tal vez, esa casa representa bien lo que ocurre con nosotros y nuestros recuerdos... en cómo devenimos en vestigios semiobsoletos, en un lastre para el futuro, que no valora el sentido de la memoria.

Tal vez de ahí viene el empeño de esta sociedad por querer parecer siempre joven, con sus tintes, cremas, modas, cirugías estéticas, su horror por la arruga, su desprecio de lo viejo...

Por ocultar que nuestra vida se parece mucho a la de esta casa.



3 comentarios:

alcorze dijo...

Oliver y Valdefierro han sido dos barrios de gente humilde, de casas bajas, más cercano a lo que es un pueblo que a lo que era una ciudad.

Esos barrios sufrieron el paso de los años y el abandono institucional, como muchas personas, pero ahora parece que se están (o estaban) recuperando a través de pelotazos varios.

La tuya es una comparación bastante acertada pero hay que pensar que las personas podemoas hacer algo más por mantenernos que una casa.

Un abrazo, paisano, lo cierto es que fuiste a venir uno de los días buenos de cierzo ;)

David Gómez Hidalgo dijo...

Pus creo que deberías explotar esta faceta ya que me ha gustado mucho lo que nos has relatado.
Volver a los orígenes tiene un punto muy grande de nostalgia y apego que te hace abrir puerta cerradas.

Saludos

Luis Bermer dijo...

Ya veremos, Bolzano, que para que yo hable de "egocentradas", bien justificadas tienen que estar :D Sí, existe como un "hilo invisible" que nos une con nuestro pasado más remoto. Te puedo asegurar que, lo único que recordaba de Zaragoza -de cuando tenía seis años- era una imagen de las bombas que cayeron sin explotar en la basílica de El Pilar.

Gracias Alcorze; has confirmado lo que me imaginaba... abandono, especulación... nada que nos pueda extrañar. Y sí, menos mal que las personas tenemos más capacidad "transformativa" que una casa... xD; pero me refería sobre todo a la similitud al estado en que se deterioran, cambian nuestros recuerdos... y desde un punto de vista existencial, global, hagamos lo que hagamos, nuestro destino es bastante similar. Tan desagradable como cierto; o "sad but true", que cantarían nuestros estimados Metallica...

Gracias por pasaros, chicos ;)