Me encantó “El juego de Ender” de Orson Scott Card (y
más aún su segunda parte, “La voz de los muertos”) cuando me la leí siendo un
chavalete flipado por la ciencia-ficción. Es una gran novela, en la que se
narra la batalla de la humanidad contra los insectores, pero haciendo hincapié
en la formación militar de un líder nato, sus aprendizajes con sus compañeros y
la necesidad de entender al enemigo desde dentro (su forma de pensar, sentir,
motivaciones…). Además, tiene un final de esos tipo “directo de Mike Tyson en los
morros” que recuerdas aún pasando las décadas desde su lectura.
La película sigue (por lo que
puedo recordar) la línea argumental de la novela, pero su puesta en escena, su
formato… a mí no me ha conseguido seducir, ni envolver en la “magia” ni por un
momento (salvo tal vez al final). Lo resumo así:
Cosas que no me gustaron de “El
juego de Ender”:
-La atmósfera general que
transmite la película: artificiosa, llena de lucecitas, tablets y cositas
digitales, como si el futuro no diera más de sí. También transmite una
sensación permanente de vacuidad y vacío: en una gigantesca escuela espacial de
batalla, parece que solo están los niños-cadete, el sargento gordinflas que les
mete voces (dando más gracia que respeto), una ¿psicóloga? y el mandamás
Harrison Ford (que luego voy contigo, Harry), vamos… muy poca gente en reparto,
me temo. Además, durante gran parte del metraje, la película parece caminar
peligrosamente sobre la línea del ridículo, de la comedia (sin pretenderlo,
claro); algunas escenas mueven a la risa, cuando no deberían (como lo de la
formación en bola de los entrenamientos, p.ej). Un poco triste todo, vaya.
-Las interpretaciones: de verdad,
salvo tal vez el chaval que hace de Ender, no se las creen ni ellos. En este
sentido, un viejuno –por actitud, más que por años- Harrison Ford se lleva la
palma: se nota a la legua que su papel le importa un huevo de pato, y la falta
de convicción/interés es que casi se puede palpar; me pareció más preocupado
por luchar contra el estreñimiento que contra los insectores. Además, y para
rematar, me recordó a Gila con la boina:
¿Es el enemigo? Que se ponga…
-El pre-romance, metido a
calzador, como no podía ser de otra manera en cualquier jolgoriburada que se
precie. La única (mira tú) alumna de la Escuela se pre-lía sentimentalmente con
Ender. No vaya a ser que nos perdamos con profundidades de la historia.
¿Me gustó algo de la película?
Bueno sí, tal vez el último
cuarto de hora referente al desenlace, por decir algo.
No sé a vosotros, pero a mí con
los años me ha pasado algo respecto a estas pelis de estreno: uno se pone a
verlas con un “al menos que me entretenga” en mente, cuando antes resultaba
relativamente fácil verse envuelto en lo que se ofrecía, y disfrutar con ello.
Ahora, el porcentaje de decepciones + aburrimiento es tan alto, que pocas
merecen el intento, al menos para mí (será que me he hecho consciente de que
nuestro tiempo de vida es limitado, y no merece la pena verlo “todo” –como
pensaba antes-). Supongo que será una mezcla de experiencia cinéfila, años que
cargamos y el formato industrioso este de hacer películas como churros
dirigidas a adolescentes de fin de semana.
En todo caso, leeros el libro
–que ese sí que mola-, y luego podéis ver esto como complemento, para que la
novela os parezca aún mejor.